Mitos y leyendas

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Normal 0 21 MicrosoftInternetExplorer4 /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman";} Los mitos vallenatos, al igual que todos los demás mitos del mundo, son creencias o relatos de sabor popular cuyos protagonistas son seres sobrenaturales y/o fantásticos que ejecutan acciones imaginarias sobrehumanas que trastocan deliberadamente los hechos históricos en los cuales se asienta el mito. El mito también tiende a idealizar un suceso o un personaje histórico que en vida realizó acciones notables, las cuales al ser relatadas y transmitidas de generación en generación adquirieren un tinte exhorbitante y fantástico que los convierte en mito. Las Leyendas son narraciones o relatos fabulosos que parten de un hecho real o realizable, pero que se adornan con la fantasía, cubriéndose de matices gloriosos o heroicos.


Leyenda vallenata

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Normal 0 21 MicrosoftInternetExplorer4 /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman";} Dicen las crónicas que corría el año de 1576, cuando en casa del lusitano Antonio de Pereira se desarrolla una intriga sentimental de la esposa de éste. La india Francisca, bella y sensual, despierta celos en la esposa del portugués, que sospecha que entre ésta y aquel existen relaciones amorosas, no obstante ser ella casada con el indio Gregorio. Llevada de celos, la dama hispana, Ana de Peña, maltrata y azota a la india y en presencia del resto de la servidumbre le corta los cabellos, perpetrando de este modo grave ofensa y humillación a la nativa. Un indiecito tupe de nombre Antoñuelo, burlando la vigilancia, logra escapar y acude al cacique de los tupes, Coroponiaimo, informándole de este incidente. El Cacique monta en ira, comunica lo sucedido al resto de la tribu y convoca una reunión con participación de sus aliados, entre otros, el Cacique Coroniaimo, y allí, previas deliberaciones, se toman decisiones de ataque contra los españoles para vengar la ofensa.



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Normal 0 21 MicrosoftInternetExplorer4 /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin:0cm; mso-para-margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:10.0pt; font-family:"Times New Roman";} Itotos, cariachiles, tupes y chimilas adoptan la estrategia y se van al ataque. A sangre y fuego, el 27 de abril se toman el hato de Unyaimo, dando muerte a cada uno de los moradores que desesperados y en medio del fuego, salían inútilmente a defenderse, pues incendiado en sus cuatros costados por una lluvia de flechas, resulta vana la lucha por salvarse y perecen irremediablemente. Librada la batalla, corajudos y triunfantes, avanzan los indios guerreros al Valle de Upar, rodean por todos sus lados el templo de Santo Domingo y penetran a las casas de sus alrededores. Como era costumbre siempre que combatían, incendiaron todo y sin distingo de edad y sexo sacrificaron a los españoles que encontraron, sobrepasando el medio centenar.



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Según refiere la leyenda, en el momento de la tropelía surge de entre el humo y las llamas la figura deslumbrante y de tierno mirar de una hermosa mujer, que recoge en su manto las flechas encendidas de los indios, evitando de ese modo la destrucción del templo y mayores proporciones de la mortandad. Ante el prodigio de esta aparición, los indígenas huyen despavoridos buscando refugiarse en sus dominios; pero no es fácil ni tranquila su fuga porque el europeo ha reaccionado violento, iniciando una persecución de exterminio bajo el mando del Capitán Antonio Suárez De Flórez, manco y valiente conductor de la Guardia Española.

Mientras los indios libraban la batalla de a pie, los españoles la emprendieron contra ellos debidamente montados a caballo. Esto permitió que remontando las sabanas de Sicarare, llamadas posteriormente "Del Milagro", les dieran alcance en la laguna del mismo nombre. Como los indios sabían que de llegar los soldados a este punto estarían agotados y vencidos por la sed, procedieron a envenenar las aguas de la laguna con barbasco, el cual les produciría una intoxicación inmediata y la pérdida de todas sus fuerzas. En esas condiciones, fácil le sería al nativo dar muerte y vencer a sus seguidores. Pero ¿qué ocurrió? ¡He aquí lo inesperado! Nuevamente aparece la figura hermosa de la mujer que surgió en el Templo, que ya los indios conocían, y con un báculo en su mano, uno por uno, iba tocando a los envenenados y uno por uno volvían a la vida. Se había operado el gran milagro.